LECTURA: Hebreos 11:8-16
Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial…. – Hebreos 11:16
Nos preguntábamos por qué una amiga nuestra seguía viajando a Hobart, Tasmania. Hace poco, nos invitó a ir con ella. Desde el aeropuerto, pasamos en el automóvil por un puente y algunos suburbios. Nada llamativo; pero seguimos avanzando. Después de ascender lenta y abruptamente por curvas cerradas y difíciles, vimos abajo el perfil de la costa. Seguía siendo una vista común y corriente.
Pero, cuando llegamos a nuestro destino después de conducir por la empinada carretera, apareció el espectacular panorama de la ciudad. ¡Aun el puente por el que habíamos pasado y que parecía tan gris ahora lucía hermoso! Ahora sabíamos por qué ella iba tanto a aquel lugar.
La vida de los pioneros de la fe, en Hebreos 11, tenía sus “curvas cerradas” y sus situaciones “rutinarias”, pero ellos seguían avanzando. ¿Cuál era su destino? El cielo, “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (v.10).
Esther K. Rusthoi escribió sobre nuestro viaje al cielo en su himno “Cuando veamos a Cristo”:
Todo valdrá la pena cuando veamos a Jesús;
Las pruebas de la vida parecerán pequeñas
Cuando veamos a Cristo;
Un solo atisbo de su querido rostro borrara toda tristeza;
Así que, ¡valientemente corre la carrera
Hasta que veas a Cristo!
Aunque la vida sea rutinaria o difícil, sigue adelante. Al final del viaje, verás el lugar asombroso que Dios nos ha preparado. ¡Y todo habrá valido la pena! – CPH
El gozo del cielo compensará con creces las dificultades de la tierra.
Nuestro Pan Diario, Edición Anual 2014, Publicaciones RBC, página 232.
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