¿TE RESULTA DIFÍCIL PERDONAR?

Está bien claro en la Palabra que los cristianos debemos perdonar, pues es la voluntad de Dios. Pero una cosa es saberlo, y otra es llevarlo a la práctica. Cuando hemos sido heridos o cuando alguien que amamos ha sido maltratado, ¿cómo podemos perdonar? Por regla general, todos entablamos una lucha interna a la hora de perdonar. Y a veces, aun cuando pensamos que hemos perdonado, sentimos el sentimiento de rencor resurgir en algún momento. El perdonar no es un simple acto, sino UN PROCESO CONTINUO. Necesitamos perdonar la misma ofensa una y otra vez hasta que la amargura y el resentimiento desaparezcan totalmente de nuestro corazón. Nuestra meta debe ser que seamos capaces de perdonar profunda y completamente, como lo hizo el Señor con nosotros. Así nos dice el apóstol Pablo en Colosenses 3:13: “No se enojen unos con otros, más bien, perdónense unos a otros. Cuando alguien haga algo malo, perdónenlo, así como también el Señor los perdonó a ustedes.” Si tú eres capaz de poner a un lado tu ira y tu odio en un acto decisivo de perdón, regocíjate porque tú has sido bendecido.

Debemos tomar la DECISIÓN de seguir practicando el perdón hasta que logremos alcanzar esa meta. Pero tenemos que estar conscientes de que no podremos lograrlo sin el poder del Espíritu Santo manifestándose plenamente en nuestras vidas. Cuando Esteban estaba siendo apedreado por un grupo de enfurecidos judíos, justo antes de morir, “luego cayó de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: «Señor, no los castigues por este pecado que cometen conmigo.» Y con estas palabras en sus labios, murió.” (Hechos 7:60). Esto fue posible porque Esteban “tenía el poder del Espíritu Santo”, dice la Biblia en Hechos 7:55. Esta es la única manera de lograr que los resentimientos y las raíces de amargura dejen de existir en nuestros corazones, podamos perdonar a los que nos han herido y seamos totalmente libres.

Mateo 6:9-15 > “Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo. Danos hoy el pan que necesitamos. Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal. No nos expongas a la tentación, sino líbranos del maligno.” Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes; pero si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados.”

Justo antes de este pasaje, Jesús estaba orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.” (Lucas 1:1). Entonces Jesús respondió con esta oración, la cual muchos conocen como “la oración modelo”. Aquí el Señor se refirió a varios aspectos a tener en cuenta cuando oramos. Nos habla de alabar y santificar el nombre de nuestro Padre que está en los cielos, de someternos a Su voluntad, de pedir la manifestación de Su reino, de pedirle nuestro diario sustento, pedirle que perdone nuestros pecados, y que nos libre de todo mal.

Es interesante notar que de todas las peticiones, la única que está sujeta a ciertas condiciones es la relativa al perdón. Dice así: “Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal.” Es decir, si esperamos que nuestro Padre celestial perdone nuestras ofensas, nosotros debemos perdonar a aquellos que nos han ofendido. Después de terminar la oración, Jesús reafirma este principio diciendo: “Porque si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, su Padre que está en el cielo los perdonará también a ustedes; PERO si no perdonan a otros, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus pecados.”

Busca el rostro del Señor en oración cada día y pídele que limpie tu corazón de todo rencor y lo llene de su amor perdonador. Si de verdad lo deseas, el Espíritu Santo te ayudará a perdonar y te sentirás libre de una gran carga.

ORACIÓN: Bendito Dios, te ruego que tu Santo Espíritu arranque las raíces de amargura y el resentimiento de mi corazón y las reemplace con Tu amor y Tu misericordia, de manera que yo pueda perdonar totalmente a los que me han herido.

En el nombre de Jesús, Amén.

Fuente: Hombres De Valor

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