El compromiso es un principio poco mencionado, pero la mayoría de nosotros los practicamos inconscientemente. Podríamos decir que se relaciona con la responsabilidad, sin embargo, no es lo mismo. Nos sentimos comprometidos con el éxito de nuestros hijos, esposos, familiares, les apoyamos 100% en sus planes y proyectos. Pero: ¿Qué es el compromiso con Dios?
El compromiso con Dios es la plena certeza de su completo cuidado y una dependencia total de Él en todos los aspectos de nuestra vida. El rey David lo ejemplifica con claridad: a pesar de llegar a tener gran poderío, fuerza militar, riquezas y todo lo que un hombre materialmente podría desear, siempre tuvo claro su compromiso con el Señor de nunca olvidar de dónde lo había sacado, y reconocer que dependía completamente de su misericordia y bondad. Cuando se encontraba en problemas, como las muchas luchas que pasó cuando era perseguido por el rey Saúl, siempre recordaba que Dios cuidaba de él, tanto de su integridad física como de su bienestar espiritual.
Y es que si estamos comprometidos verdaderamente y al 100% con el Señor, ponemos nuestra mirada en Él y la quitamos de los asuntos del mundo, “todo lo demás viene por añadidura”. Lo que necesitamos físicamente y espiritualmente, vendrá a través de nuestro compromiso con Él, a través de la unión en humildad y sometimiento a sus preceptos.
Al seguir las leyes de Dios, sus principios y mandamientos descritos en su Palabra, manifestamos de manera activa nuestro verdadero compromiso con Él. Comprometerse es dar, es entregar lo que se requiere, es hacer un acuerdo de sacrificar o hacer lo que sea necesario para cumplir lo establecido por ambas partes. Y Dios siempre cumple su parte, más allá de lo que nos imaginamos. Al cumplir con sus preceptos decimos: “Sí Señor, te amo y quiero vivir para ti y agradarte.” Y así como por la ley de la gravedad se caen los cuerpos, así caen las bendiciones al poner los ojos en el Señor y darlo todo por el compromiso de amarlo.Jesús dijo: “El que ama a padre o madre, más que a mí, no es digno de mí, el que ama a hijo o hija más que a mí, el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” Mateo 10:37, 38, 39. Cuánta profundidad hay en las palabras de Jesús ¿Estamos realmente dispuestos a comprometernos con Él? Él está llamando a la puerta de nuestro corazón hoy, quiere más de nosotros, una entrega total a su Palabra y a su gran amor manifestado en la cruz del Calvario.
En Cristo Jesús,
Maite Herrera Cohen de Moreno
Pastora