…Se acuerda de que somos polvo.
Salmo 103:14
El joven padre no daba más. “¡Quiero helado!”, gritaba su hijito. El bochinche en medio del centro comercial empezó a captar la atención de los que estaban cerca. “Bueno, pero primero tenemos que hacer algo para mama, ¿sí?”, dijo el padre. “¡Nooooo! ¡Quiero heladoooo!”. Entonces, ella se acercó: una mujer pequeña bien vestida y con zapatos que combinaban con su bolso. “Tiene un berrinche”, dijo el padre. La mujer sonrió y respondió: “En realidad parece que el berrinche es el que tiene a tu hijito. No olvides que es muy pequeño. Solo necesita que seas paciente y te mantengas cerca”. La situación no se resolvió como por arte de magia, pero fue la pausa que el padre y su hijo necesitaban en ese momento.
El Salmo 103 refleja las palabras de esa sabia mujer. David escribe sobre nuestro Dios que es “clemente […]; lento para la ira, y grande en misericordia” (v.8). Luego, utiliza la imagen de un padre terrenal que “se compadece de los hijos”, y la compara con el Señor, quien “se compadece […] de los que le temen” (v. 13). Nuestro Padre celestial “conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (v. 14). Sabe que somos pequeños y frágiles.
En medio de este mundo abrumador, ¡qué tranquilizador es experimentar la paciencia, la presencia y el amor de nuestro Padre celestial! – JB
Padre, gracias por tu paciencia.
¿Cuándo te sentiste abrumado como un niño? ¿Cómo te respondió Dios el Padre en ese momento?
Nuestro Pan Diario, Volumen 26, Página 46.
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