¿POR QUÉ YO?

LECTURA: Lucas 17:11-19

Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz. – Lucas 17:15

 Hace algunos años, un joven desaliñado y medio inadaptado, a quien llamaremos Tomás (no es su verdadero nombre), se convirtió a Cristo en una cruzada evangelizadora. Varios días después, todavía desaliñado, pero bañado en el amor a Cristo, lo enviaron a mi casa para que lo ayudara a encontrar una buena iglesia. Y así fue que comenzó a asistir conmigo.

  Aunque Tomás necesitaba mucha ayuda bondadosa en cuanto al aseo personal y los modales básicos, una característica no cambió: su amor inmutable hacia su Salvador.

  Un domingo, después de la iglesia, Tomás se me acercó corriendo, y un poco perplejo exclamó: “¿Por qué yo? Me pregunto una y otra vez, ¿por qué yo?” Entonces pensé: ¡Oh no! Se ha convertido en otro cristiano quejumbroso. Luego, con los brazos extendidos siguió diciendo: “De todas las personas que hay en el mundo y que son mejores y más listas que yo, ¿por qué Dios me escogió a mí?”. Y después, aplaudió gozosamente.

  Con el correr de los años, he escuchado a muchos creyentes, incluida yo, preguntar en tiempos difíciles: ¿Por qué yo?”. Pero Tomás fue el primero que escuché hacer esa pregunta cuando hablaba de las bendiciones de Dios. Muchos se convirtieron esa misma noche, pero me pregunto cuántos han preguntado humildemente: “¿Por qué yo?” Ojalá que todos hagamos esa pregunta a menudo. – Joanie Yoder

La gratitud debería ser una actitud constante.

Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición Anual 2014, Publicaciones RBC, página 284.

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