…resplandecéis como luminares en el mundo. – Filipenses 2:15
Quizá a algunos de nosotros no nos guste mucho la poesía, pero a menudo, nos vienen a la mente unos versos. Por ejemplo, los escritos por Francis Thompson: “La luna inocente / que no hace más que brillar / mueve todas las marejadas del mundo”.
La luna está a más de 385.000 kilómetros de distancia de la Tierra y su tamaño es 400 veces menor que el del sol. Como no tiene luz ni temperatura propias, refleja el brillo de este cuerpo celeste mayor. Parece relativamente insignificante. Sin embargo, mueve los océanos del mundo con su fuerza gravitacional, en forma silenciosa y casi imperceptible.
La mayoría de nosotros puede parecer poco influyente y desconocida. No tenemos los dones, la riqueza ni la posición necesarios para provocar un gran impacto en la sociedad. Nuestros nombres no aparecen en el periódico ni se mencionan en la televisión. Tal vez pensemos que lo único que podemos hacer es practicar nuestra fe en las rutinas diarias de la vida. Pero, quizá, sin que nos demos cuenta, nuestras actitudes y acciones cristianas estén influenciando a la gente que nos rodea.
No nos preocupemos, entonces, por nuestra aparente falta de influencia, sino hagamos lo que Jesús ordenó: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). – VCG
Aun la luz más pequeña puede marcar una diferencia en la noche más oscura.
Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición anual 2016, Página 261.
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