[Jesús] vio a un publicano llamado Leví, […] y le dijo: Sígueme. – Lucas 5:27
En 2002, el club Oakland Athletics formó un victorioso equipo de béisbol de una manera nada convencional. En 2001, habían perdido tres jugadores excelentes y el club no tenía dinero para contratar ninguna estrella. Entonces, el presidente Billy Beane usó algunas estadísticas generalmente descartadas para reunir un grupo de jugadores a los que “ya se les había pasado la hora” o que otros equipos consideraban ineptos. Este equipo de descartados tuvo una racha de 20 partidos invicto, hasta llegar a ganar la división y 103 juegos.
Esto me hace pensar un poco en cómo reunió Jesús su “equipo” de discípulos. Incluyó rudos pescadores galileos, un zelote e incluso un despreciado recaudador de impuestos llamado Leví (Mateo). Esto me recuerda que “de lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios…” (1 Corintios 1:27). El Señor utilizó a aquellos hombres consagrados (menos a Judas) para iniciar un movimiento que afectó al mundo de manera tan drástica que nunca volvió a ser igual.
¡Qué lección para nosotros! A veces, buscamos a los conocidos, los influyentes o los adinerados, y tendemos a ignorar a los de menor condición social o con limitaciones físicas.
Jesús incorporó a su equipo algunas de las personas menos atractivas para la sociedad… y las trató sin hacer diferencia. Con el poder y la guía del Espíritu, nosotros también podemos honrar a todos con ecuanimidad. – DCE
No hay personas insignificantes en el cuerpo de Cristo.
Nuestro Pan Diario Israel, Edición anual 2015, página 73.
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