LECTURA: Génesis 8:1-17
Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca. – Génesis 8:1
Hay un festival chino llamado Qing Ming, un tiempo de duelo por los parientes fallecidos, durante el cual se arreglan las tumbas y se hacen caminatas con los seres queridos por el campo. La leyenda dice que el Qing Ming comenzó cuando el comportamiento grosero e insensato de un joven provocó la muerte de su madre. Entonces, decidió que, de allí en adelante, visitaría la tumba de su madre cada año para recordar lo que ella había hecho por él. Es triste pensar que no acordó de su madre hasta que ella murió.
¡Cuán diferente nos trata Dios! En Génesis, leemos que el diluvio destruyó el mundo. Solo sobrevivieron aquellos que estaban con Noé en el arca. Pero Dios se acordó de ellos (8:1) y envió un viento para que se llevara el agua y ellos pudieran salir del arca.
Dios también se acordó de Ana cuando pedía un hijo (1 Samuel 1:19), y le concedió a Samuel.
Jesús se acordó del ladrón moribundo, quien dijo: “Acuérdate de mí cuarto vengas en tu reino”. A lo que Jesús respondió: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43).
El Señor se acuerda de nosotros dondequiera que estemos. Nuestras preocupaciones son suyas. Nuestro dolor es suyo. Encomiéndale a Él tus desafíos y dificultades. Él es el Dios que todo lo ve, que se acuerda de nosotros como una madre se acuerda de sus hijos, y que espera satisfacer nuestras necesidades. – C.P. Hia
Saber que Dios nos ve produce tanto convicción como consuelo.
Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición Anual 2015, Publicaciones RBC, 14 de abril.
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