Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. – Juan 4:34
Era ya el mediodía. Jesús, cansado del largo viaje, descansaba junto al pozo de Jacob. Sus discípulos habían ido a Sicar a comprar comida. Una mujer salió de la ciudad a buscar agua… y encontró al Mesías. El relato nos dice que, de inmediato, ella se volvió para invitar a otros a ir y escuchar a un hombre que le había dicho todo lo que ella había hecho.
Los discípulos regresaron y, cuando instaron a Jesús para que comiera, Él les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (v.34).
Ahora, mi pregunta es esta: ¿Qué obra había estado haciendo Jesús? Solamente había estado descansando y esperando junto al pozo.
Esta historia me anima enormemente porque sufro de limitaciones físicas. Este pasaje me dice que no tengo que andar apurado por todas partes, preocupándome por descubrir y llevar a cabo la obra del Señor para mí. En esta etapa de mi vida,puedo descansar y esperar que Él traiga su trabajo adonde yo estoy.
Del mismo modo, tu pequeño apartamento, tu cubículo en el trabajo, tu celda en la cárcel o tu cama de hospital pueden convertirse en un “pozo de Jacob”, donde descansas y esperas que el Señor te utilice. Me pregunto a quién pondrá hoy delante de ti. – DHR
Si quieres un campo para servir, mira a tu alrededor.
Nuestro Pan Diario, Edición anual 2018, Página 145.
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