LECTURA: MATEO 9:35-38
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, […] predicando el evangelio…
Mateo 9:35
Durante años, he mantenido correspondencia con un pastor de Nepal que suele viajar con los miembros de su iglesia a comunidades alejadas en el Himalaya, para predicar y fundar iglesias. Hace poco, me mandó su itinerario de la semana siguiente y me pidió que orara.
Su ajetreado cronograma revelaba que, en una semana, planeaba viajar en motocicleta unos 160 km para predicar y repartir folletos para evangelizar en varias ciudades.
Me preguntaba cómo estaría mi amigo después de haber recorrido esas grandes distancias por terreno montañoso, y le escribí para preguntarle. Contesto: “Pasamos un tiempo hermoso con los miembros de nuestra iglesia mientras marchábamos por las montañas. No todos tienen motocicletas […], así que, fuimos todos caminando. Fue una verdadera bendición. Todavía quedan muchos lugares adonde ir”. Eso me recordó que “recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino” (Mateo 9:35).
Pensé en mi falta de voluntad para conducir mi auto hasta el otro lado de la ciudad en medio de la lluvia para visitar a un viudo que se sentía solo; cruzar la calle para ayudar a un vecino; abrirle la puerta a un amigo necesitado cuando estoy ocupado; ir en cualquier momento, a cualquier lugar y distancia para demostrar amor. Y pensé en nuestro Señor, para quien nada estaba demasiado lejos. – DHR
Dios quiere que compartamos lo que nos ha dado.
Nuestro Pan Diario, Edición Anual 2014, Publicaciones RBC, página 181.)
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