UNA COMUNIDAD SANADORA

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. – Mateo 5:16

En 1976, un terremoto gigante sacudió la ciudad de Guatemala y mató a 25,000 personas. Muchos obreros fueron a ayudar en los trabajos de rescate y limpieza. En el aeropuerto, Art Beals, jefe de una agencia cristiana de ayuda a damnificados, alcanzó a ver al Dr. Raymond Benson, ex presidente del Colegio Americano de Cirujanos. Ambos habían ido a ayudar a suplir las necesidades físicas de los sobrevivientes.

Esa noche, en el hotel, el doctor Benson habló de la motivación más profunda que lo había impulsado a ir. Le dijo a Beals que no solo era médico, sino también creyente en Cristo. Disfrutaba de su trabajo de cirujano, pero señalo que su mayor llamado era a testificar a otros de su fe en el Señor Jesucristo por medio de sus habilidades médicas. “Eso es lo que de verdad me trae hoy a Guatemala”, expresó.

Gracias a Dios por tantos médicos cristianos que comparten esa visión y llevan ayuda y esperanza a los enfermos y a los que sufren en el mundo. ¡Sin duda, constituyen una comunidad sanadora!

Dios prometió bendecir a su pueblo cuando extendiera una mano de ayuda al hambriento y al afligido (Isaías 58:10-12). Y hará lo mismo por nosotros hoy. Los creyentes podemos orar por los enfermos, ayudar a los necesitados, visitar a los que se sienten solos, consolar a los que están tristes y llegar con el evangelio a los esclavizados por el pecado. Todos formamos parte de una comunidad sanadora.  – HVL

Un buen ejercicio para el corazón es inclinarse para levantar a alguien.

Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición anual 2016, Página 350.

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