¡TENEMOS FRUTA!

Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis…  – Josué 24:13

La joven madre suspiraba mientras buscaba qué darle de comer a su hijita de tres años. Al ver la canasta de frutas vacía sobre la mesa, se lamentó: “¡Si tan solo tuviera unas frutas, me sentiría rica!”. Su hijita la escuchó.

Pasaron varias semanas, y Dios continuaba sustentándolas, pero la madre seguía preocupada. Un día, la niñita entró en la cocina, y señalando la canasta de frutas, exclamó: “¡Mira, mama, somos ricas!”. El único cambio era que la familia había comprado una bolsa de manzanas.

Cuando Josué, el líder israelita, estaba a punto de morir, mencionó todo lo que Dios había hecho por ellos: “anduvieron muchos días en el desierto”, y el Señor les ha “dado a ustedes tierras que no trabajaron, ciudades que no edificaron, y hasta comen de las viñas y olivares que no plantaron” (Josué 24:7, 13). Josué colocó una piedra grande para que Israel recordara la provisión divina (v. 26).

Tal como los israelitas, después de un tiempo de luchas y escasez, aquella familia vive ahora en otro lugar, con árboles frutales en su jardín. Si los visitas, verás una canasta con frutas en la cocina. Tal como aquella piedra a los israelitas, les recuerda la bondad de Dios, y la fe, el gozo y la visión de aquella niñita de tres años.   – TG

Señor, gracias por tu provisión permanente. Confió en ti. Dime qué quieres que haga.

 Recordar como proveyó Dios ayer nos da fuerza y esperanza para el futuro.

Nuestro Pan Diario, Edición anual 2017, Página 281.

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