¿Qué Significa La Palabra de Dios?

La historia de la Humanidad tiene testimonios tremendos sobre el amor de una madre por sus hijos.

Hemos escuchado sobre casos como el de aquella madre que en medio de una tormenta de nieve se quitó su abrigo para dar calor a su bebé y la encontraron muerta, congelada, al día siguiente por proteger a su hijo. Pero, la pregunta que surge es ¿por qué una madre hace esas cosas?

Por amor a sus hijos. Sus hijos para ellas son más importantes que su propia vida. Nadie les enseñó ese amor, ¡Dios lo puso allí!… Así mismo es el amor por la Palabra. Dios pone ese amor allí, a usted y a mí nos toca desarrollar ese amor por la Palabra.

Leamos Salmo 119: 1, 2, 15, 16, 27, 80, 92, 133.

¿Qué lugar debe ocupar la Biblia en el corazón y la vida del cristiano?

  • Primeramente Dios nos dice en los V.1, 2 que los que andan en la Palabra son bienaventurados porque son perfectos en sus caminos.
  • En los versículos 15 y 16 el salmista declara que se regocijará en la meditación de la Palabra.
  • En el V.27 el salmista le pide a Dios que le haga entender el valor de caminar en Él.
  • En el V.80 el salmista nos enseña que por estar lejos de la Palabra, muchas veces somos avergonzados; hacemos cosas que desagradan a Dios… Y cada vez que hacemos cosas que desagradan a Dios, somos objetos de burla por las huestes celestiales.
  • En el V.92 el salmista nos habla de las consecuencias de alejarnos de la Palabra. Y no solo eso, sino que nos habla de la “delicia” que él experimenta al comer la Palabra,
  • Por último, en el V.133 el salmista ruega a Dios que use la Palabra para ordenar sus pasos. Muchas veces queremos depender de nuestra experiencia, de nuestro conocimiento o de nuestra habilidad para conducirnos en este mundo. Eso solo nos ayuda a tropezar en un cuarto oscuro, pues si Dios no ordena nuestros pasos con Su Palabra, la iniquidad se enseñoreará de nosotros, como dice el salmista.

Hay muchas otras porciones en la Biblia que nos enseñan el amor, el aprecio y la gran necesidad que tenían estos hombres de Dios por la Palabra:

  • “Vivifícame con Tu Palabra”. (Sal.119:154).
  • “Mis labios rebosarán alabanza, cuando me enseñes tus estatutos”. (Sal.119:171). ¡Esto es lo que significa la Palabra de Dios!

El capítulo 8 de Lucas contiene muchísimas otras enseñanzas, pero hay una en la que muchas veces NO nos detenemos. Uno de los temas de este capítulo es la Palabra de Dios. En este capítulo, Lucas nos enseña:

  • Lo que se debe oír,
  • Cómo se debe oír la Palabra,
  • Los que rechazan la Palabra,
  • Y los que experimentan la Palabra.

En los cuatro primeros versículos del capítulo 8, vemos a Jesús en plena ejecución de su ministerio terrenal. El Señor continuó en su gira por Galilea con sus discípulos y las mujeres que servían. Había echado fuera siete demonios en María magdalena (Mr.16:9). Juana, otra de las mujeres que son mencionadas, su esposo trabajaba para Herodes Antipas. De Susana no se conoce casi nada.

Lucas nos da a conocer algo que era inusual en esos días y en esas latitudes: no era raro en esos días que las mujeres pudientes ayudaran a los rabíes con sus riquezas. Pero si era inusual que las mujeres viajaran con el rabí. En el caso del Señor, sin estas mujeres que lo ayudaban, su ministerio hubiese tenido mayores dificultades.

Lo que se debe oír.

En la primera porción contenida entre los versículos 4 y 15, conocida como la “parábola del sembrador”, vemos al Señor usando alguna conjugación del verbo “oír”, por lo menos ocho veces. Eso es porque en sentido del oído es el canal por medio del cual recibimos la Palabra en nuestro espíritu. Es en nuestro espíritu donde se crea la fe.

Rom.10:17 dice: “la fe es por el oír”. La Palabra es como semilla porque tiene vida en sí. Y puede dar fruto cuando se planta. Cuando se planta en nosotros se recibe, se comprende, se asimila y da fruto en carácter y en obra. El corazón humano es como el suelo: se debe preparar si la Palabra se va a plantar y más aún si ésta va a dar fruto.

Podemos poner atención a muchas cosas, no a lo que se debe oír. Para muchos cristianos, todavía son muy atractivos los “cantos de sirena” del mundo.

El Señor habla de los “placeres de la vida”. Cuando escuchamos esta expresión, lo primero que viene a la mente es cosas sensuales, pero podemos distraernos en muchas otras cosas. Los menesteres de la casa nos pueden distraer tanto que no dedicamos tiempo a la Palabra, o los problemas que se nos presentan día a día.

Marta se dejó enredar en esos problemas. Y llegó a reclamarle al Señor porque había dejado que María se sentara a escucharlo. Para ella era más importante tener la casa limpia que tener el corazón limpio por la Palabra de Dios.

Inspiración.

El elemento más importante de las Escrituras, es quizás, el que ella es descrita como la Palabra de Dios. Ello implica decir que el autor de la Biblia no es el hombre sino Dios. A su vez eso implica decir que la Biblia es inspirada.

De inmediato surge la pregunta: ¿Dónde puede verse la inspiración? Bueno, existen varios criterios para demostrarlo. Uno de ellos es su carácter profético; es decir, la Biblia contiene más de 300 profecías cumplidas en Jesucristo y otros cientos más por cumplir.

Otro es que a pesar de que fue escrita por más de 40 escritores de diferentes clases sociales y condición económica, y dentro de un período de 1500 años, mantiene unidad de criterios. No hay contradicciones.

La Palabra de Dios es inspirada porque:

  • Uno siente que la Palabra nos infunde vida.
  • La Palabra en efecto se convierte en alimento para nuestro espíritu.
  • Uno puede discernir la inspiración.

Escudriñemos algunos de las porciones en la Escritura que revelan inspiración divina. En 1 Co.2:9 dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

¿Qué cosas que ojo no vio nos ha dado Dios?

  • Nos ha dado conciencia limpia.
  • Nos ha dado discernimiento para ejercitarlo y protegernos.
  • Nos ha dado capacidad para percibir las cosas que son del Espíritu de Dios, tal como lo dice 1 Co.2:14.
  • Tenemos la unción del Santo que nos ayuda a conocer todas las cosas. 1Jn.2.19.

Existen versículos que han impactado de tal manera nuestras vidas que traen plena convicción sobre nuestra fe. En mi vida personal es el caso, por ejemplo, de la reacción de Pedro cuando presenció la transfiguración del Señor en el monte.

Leamos Mt.17:1- 4. Él no podía explicarse la gloria de Dios en él, por eso reaccionó de una manera infantil. Si comparamos esa experiencia con la de Moisés cuando Dios le reveló parte de su gloria, podemos ver a un Moisés sabedor de la presencia de Dios. Ex.34:6.

Otro pasaje de gran significado para la vida ministerial de un hombre de Dios, es lo referente a la despedida de Pablo en Mileto. Leamos Hch.20:36-38.

Son porciones que nos identifican y revelan la presencia de Dios en nosotros. El anhelo del Señor sobre sus hijos es que la Palabra siempre encuentre espacio e impacte:

  • Que Su Palabra halle cabida en nosotros. Jn.8:37.
  • Que podamos escuchar Su Palabra y entendamos Su lenguaje. Jn.8:43.
  • Porque el que es de Dios, las palabras de Dios oye. Jn.8:47.

Reflexionemos:

¿Qué sentimos por la Palabra? ¿Sentimos aprecio o necesidad? ¿Sentimos que nos modela y que nos instruye? ¿Sentimos que nos nutre? ¿Percibimos a Dios en ella?