LECTURA: HEBREOS 11:13-16, 23-27
Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos… Hebreos 11:13
El verano pasado, mi esposo y yo viajamos en tren desde Grand Rapids hasta Chicago. Como nuestros asientos miraban hacia la parte posterior del tren, lo único que podíamos ver era donde ya habíamos estado, no hacia dónde íbamos. Edificios, lagos y arboles pasaban volando tras la ventanilla, después de haberlos dejado atrás. No me gusto. Prefiero ver hacia donde voy.
A veces, también podemos sentirnos así en cuanto a la vida: deseamos poder ver el futuro. Nos gustaría saber cómo resultaran ciertas situaciones, de qué modo contestara Dios nuestras plegarias. Sin embargo, lo único que podemos saber es donde estuvimos. Es decir, esto sería así si no fuera por la fe.
Hebreos 11, el “capítulo de la fe” de la Biblia, nos habla de dos verdades que alguna personas del Antiguo Testamento solo pudieron ver por la fe. Habla de Noé, de Abraham y de Sara, quienes murieron conforme a la fe, mirando de lejos lo prometido. “Creyéndolo, y saludándolo”, miraban al futuro, a “una [patria] mejor, esto es, celestial” (vv.13, 16). Además de la promesa del cielo, el versículo 27 nos dice que, por la fe, Moisés se sostuvo “como viendo al Invisible”, que se refiere a Cristo.
Aunque no sepamos cual será el resultado de las luchas que enfrentamos hoy, los creyentes en Cristo podemos, por la fe, ver hacia delante al lugar adonde vamos: Tendremos un lugar celestial donde viviremos con El para siempre.
–Anne M. Cetas
La promesa del cielo es nuestra eternal esperanza.
(Nuestro Pan Diario Mujeres, Publicaciones RBC, página 184.)
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