…[Dios]es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos…– Efesios 3:20
Fue una provisión inesperada en un momento de necesidad. El profeta Eliseo, como otros en Israel, estaba presionado por el hambre. No obstante, decidió que debía compartir con otros israelitas necesitados los 20 panes de cebada que acababa de recibir (2 Reyes 4:42-44). El siervo de Eliseo cuestionó si era sabio poner la comida delante de 100 hombres hambrientos, porque no había suficiente para todos.
Sin embargo, Eliseo dio la orden de alimentar a sus compañeros profetas, y añadió la promesa de que su ya escasa provisión sería suficiente: “… así ha dicho el Señor: Comerán, y sobrará” (v. 43).
Fiel a la palabra de Dios, cuando el siervo de Eliseo puso los panes delante de la gente, “comieron, y les sobró” (v.44). Hubo suficiente… y más que suficiente. Algo similar sucedió cuando Jesús alimentó a 5,000 personas con cinco panes de cebada y dos peces pequeños (Juan 6:1-14). Estos ejemplos sugieren el siguiente principio: Cuando Dios da, es capaz de dar más que lo suficiente.
Cuando percibimos que Dios está pidiéndonos que lo sirvamos de una manera nueva o desconocida, nunca debemos negarnos simplemente porque nos sentimos inadecuados. Tal vez, declaremos: “Solamente tengo algunos panes”. No obstante, el Señor contesta: “Confía en mí. Son más que suficientes”. – DHR
Cuando Dios es nuestro proveedor, siempre tenemos suficiente.
Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición anual 2016, Página 246.
0 comentarios