¿En qué consiste nuestra victoria?

I.    INTRODUCCIÓN
La Escritura nos enseña una verdad: los grandes hombres de Dios no surgieron de la comodidad, sino que surgieron de las crisis, de los retos y de los desafíos en medio de la oposición.

II.    LECTURA: Rom.8:35-39.
Dios nos ha llamado a vencer; ésta es una gran verdad. Él mismo dijo: “Yo he vencido al mundo.”  ¿Pero…en qué consiste esa victoria de la cual habló el Señor?
Cuando en el mundo se habla de victoria y de vencer, lo primero que viene a nuestra mente es:
•    Éxito,
•    Mucho dinero,
•    Y muchas posesiones.
•    Mucha fama,
•    Y mucha comodidad.

Pero la Escritura nos enseña otros tipos de victoria:
•    La primera victoria a la que debemos aspirar es la victoria sobre nosotros mismos. Esta victoria implica vencer sobre nuestro carácter. La humildad y la sumisión a Dios son fundamentales en esta victoria. A muchos cristianos les es difícil, NO sólo aceptar su sometimiento a los principios de Dios, sino también aprender a servirle.

•    La segunda victoria que surge de la lectura de la Palabra es la victoria sobre el mundo: esto implica no dejarse manejar por el afán y la rutina de este mundo. Implica también no permitir que el mundo nos manipule con sus principios. Implica discernir cuándo los problemas se quieren interponer entre Dios y nosotros.

•    En tercer lugar, tenemos la victoria sobre nuestros enemigos espirituales: esa victoria implica, la victoria sobre el pecado. No permitir que el pecado que vemos en el mundo nos contamine y nos estorbe. Implica discernir cuándo el diablo está detrás de los problemas.

III.    ALGUNOS CRISTIANOS TIENEN UNA MENTALIDAD DE ESCLAVOS.

Uno de los problemas que se encontró Moisés, como obstáculo para cumplir la meta de liberar al pueblo, era la propia mentalidad de esclavo que tenía el pueblo judío. Tanto es así que el pueblo le reclamó a Moisés por qué los había sacado de Egipto. Ex.17.3. El pueblo se sentía dependiente de Egipto. El pueblo judío tenía una mentalidad de esclavos.

Hay creyentes que se entregan a Cristo y no viven en libertad, porque a pesar de que Cristo lo liberó, viven como esclavos del pecado:
•    Todavía viven sometidos a malos hábitos.
•    Todavía están sometidos a una mentalidad de esclavitud.
•    Todavía siguen sometidos a la pereza, a la indiferencia, al desánimo, al odio y al rencor.

En un zoológico había un mono chimpancé que estaba en una jaula rectangular. Lo único que podía hacer el mono, era caminar de un lado a otro. Así que para ejercitarse se condicionó a caminar 8 pasos a la izquierda y 8 pasos hacia la derecha. Cuando creció y se hizo adulto, el zoológico decidió liberarlo en un lugar mucho más amplio. Dejaron al chimpancé en un lugar de un amplio terreno. Cuando fueron a verificar cómo estaba, el chimpancé se encontraba en el mismo lugar: sólo se movía dando 8 pasos a la izquierda y 8 pasos hacia la derecha.

Hermano(a), así está el mundo. Esclavizado dando vueltas entre problemas de odio, hambre, muerte. ¿Qué vemos en las noticias todos los días? Hambres, tormentas, etc. Vemos gente tratando de serrucharle el piso a otro y el otro tratando de que no se lo serruchen. Todo esto esclaviza.

IV.    DIOS USÓ DOS INSTRUMENTOS PARA CAMBIAR LA MENTALIDAD ESCLAVIZADA DEL PUEBLO HEBREO.

1.    El primer instrumento era el desierto:
Dios tuvo que eliminar toda una generación para poder erradicar la mentalidad esclavizada que tenían. Ellos no estaban diseñados para conquistar. Y Dios usó el desierto para enseñarles qué cosas los esclavizaban:
•    A ellos les obstaculizaba el orgullo, la soberbia, la desobediencia…
•    Este pueblo tampoco podía entrar a la tierra prometida llenos de amargura.
•    Una tercera razón por la cual este pueblo no podía entrar a la tierra prometida por Dios era porque muchos estaban llenos de quejas y murmuraciones contra Dios.
En nuestra vida cristiana, debemos tomar tiempo para reflexionar acerca de las cosas que nos esclavizan.

2.    El segundo elemento que usó Dios para cambiar la mentalidad del pueblo fue la promesa (Éx. 3:16,17). Dios alentó al pueblo con una promesa. Las promesas de Dios contenidas en las Escrituras nos alientan y fortalecen nuestra fe. Una cosa es que el hombre prometa y otra es que Dios nos dé promesa. Las promesas de Dios tienen el propósito de desviar nuestra mirada en el problema hacia Él.

V.    EXISTEN ALGUNAS ACTITUDES QUE NOS IMPIDEN CONQUISTAR.

Deut.7:1. En esta lectura hay varias enseñanzas prácticas:
1.    Primeramente, Dios le dice al pueblo: “Cuando Yo te haya introducido en la tierra que te prometí.” Es decir, cuando te hayas convertido de verdad.
2.    Luego, Dios continúa diciendo: “Y hayas echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo, y al jebuseo, siete naciones…”. Cada uno de estos pueblos simbolizan espíritus opuestos a la conquista:
•    Los heteos infundían temor…había que vencerlos.
Había una hermana que sufría de grandes temores por enfermarse. Los psicólogos le llaman a eso “hipocondría.”
Tal era su nivel de hipocondría que esta hermana veía algún programa sobre enfermedades y terminaba sintiendo los síntomas.
Un día vio un programa que trataba de  cóctel enfermedades: Dengue, cáncer, tuberculosis, hemorroides, diarrea y de todo.
¡Puede imaginarse cómo terminó la hermana! ¡Hermano, tenemos un Dios que nos ayuda a echar afuera a todos estos heteos!
¡Levante sus manos y rechace todo tipo de temor!

•    El gergeseo simbolizaba un espíritu de retroceso.
El nombre está relacionado con “aquel que retrocede.”
Cristo nunca retrocedió en sus propósitos y metas.
¿Puede imaginarse usted que hubiese sucedido con nosotros si Él hubiese retrocedido?
Cuando Lázaro murió y tenía 4 días de muerto, alguien se le acercó y le dijo: “Ya tiene cuatro días de muerto…ya hiede.” ¿Eso hizo retroceder a Jesús?
“Verdad, tienes razón, vamos a dejar eso, porque debe estar podrido y no quiero quedar mal.”
La Biblia le llama a los que retroceden: “los de doble ánimo.” Son esos que se vuelven un mar de excusas.
¡Hermano, hermana, la Biblia dice que nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma! He.10:39.
Y en el versículo anterior el Señor dijo por medio del profeta Habacuc: “…el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará mi alma.”

•    A los amorreos se les vincula con el espíritu de Babel.
El espíritu de Babel es el de confusión.
La Sagrada Escritura dice que Dios no es un Dios de confusión, sino de paz. (1Co.14:33).
La confusión es un estado de desorden y de perturbación mental. Espiritualmente hablando, la confusión es una mezcla de ideas contradictorias, cuya pelea crea conflictos en nuestra mente.
Y eso erosiona su fe y lo inhabilita para pensar con cordura.

El muy querido y respetado pastor, ya fallecido, Simón González, nos contó que en cierta ocasión invitaron a una hermano a ministrar a una iglesia. Y en medio del culto le dio por profetizar. Y empezó diciéndole a una hermana: “Dentro de nueve meses tendrás un hijo.” Y el pastor que estaba detrás de él le dijo: “Pero, si ella está operada y no tiene marido.”

Luego el predicador invitado se acercó a otra mujer y le dijo: “Pronto encontrarás a tu ungido y te casarás.” Y el pastor que estaba al lado le dijo: “Hermano, pero si ella es mi esposa”. “¿Cómo es que va a encontrarse su ungido?”

APLICACIÓN: La profecía es un don del Espíritu Santo. Pero, si nosotros no tenemos palabra segura que viene de Dios, mejor no profetizar porque eso trae confusión.

VI.    ¿EN QUÉ CONSISTE LA VICTORIA QUE HABLA LA PORCIÓN QUE LEÍMOS?

Cuando el Señor dijo en Jn.16:33: “Yo he vencido el mundo.”, él venció la muerte y nos ha dejado la promesa de no morir espiritualmente. Él venció el pecado, y nos ha dejado el poder de vencerlo.

Hay un dicho que dice: “Hay tres clases de personas en este mundo:
•    Las que dicen “quiero”,
•    Las que dicen “no quiero”,
•    Y las que dicen, “no puedo”.

La que dicen “quiero”, tienen posibilidad de triunfo; las que dicen “no quiero”, sólo sirven para estorbar en todo; las que dicen “no puedo”, fracasan en todo.

VII.    CONCLUSIÓN.
El Señor nos dice en su Palabra:
1.    “Al que venciere: Le daré de comer del árbol de la vida”. (Ap.2:7).
2.    “Le daré la corona de la vida”. 2:10c.
3.    “NO sufrirá daño de la segunda muerte”. 2:11
4.    Él le dará de comer del “maná escondido”. 2:17.b.
5.    “Le daré un nuevo nombre”, dice el Señor. 2:17c.
6.    “Le daré autoridad sobre las naciones”. 2:26.
7.    “Confesaré su nombre delante del Padre y de sus ángeles, dice el Señor”.
8.    “Y al que venciere, se sentará conmigo en Mi trono”. 3:21.

Roguemos al Señor que Él ponga la actitud correcta delante en nosotros, frente a los problemas. Una actitud de victoria contra todo obstáculo que se opone entre nosotros y Dios.