El Principio de la Humildad

   La humildad es la conciencia que tenemos de los que somos, de nuestras fortalezas y debilidades como seres humanos y que nos impide por lo tanto creernos superiores a los demás. Tenemos el ejemplo perfecto en Jesucristo “ el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres,” Filipenses 2:6,7 Ser humilde significa saber quién soy y ponerlo a los pies de Jesús, pues es solo en él que mi vida tiene valor.

«Para ser humilde se necesita grandeza.» – Ernesto Sábato.

   La humildad es igualmente condición indispensable para aprender cosas nuevas y superarnos permanentemente en todos los aspectos, ya que gracias a ella tomamos conciencia de nuestra infinita pequeñez frente a la inmensidad del universo y la sabiduría de la naturaleza. Esta conciencia de nuestras limitaciones nos aleja de la soberbia y de la vanidad de quienes viven como si fueran los dueños del mundo, lo supieran todo y nunca fueran a morir. “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:2

   En su infinita sabiduría Dios nos ayuda a entender que la humildad cuando nos habla del cuerpo de Cristo poniéndonos el ejemplo de un cuerpo humano en el cual todas las partes dependen una de las otras para poder funcionar, y se requiere coordinación, unidad hay una total de pendencia de una parte para con la otra, si estamos enfermos todo el cuerpo sufre y si estamos alegres todo nuestro cuerpo manifestará esta alegría.

   Por demás está decir que la humildad es una actitud en nuestro corazón y no tiene nada que ver con nuestra fachada exterior .Para nosotros debe ser de suma importancia el ser humildes porque el Salmo 51 dice “ Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”, » el corazón humilde no lo desprecia Dios” sino por el contario lo recibe con amor.

Hermana Maité Herrera de Moreno