Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza. – Job 7:6

Las medidas científicas indican que nos movemos aun cuando estamos quietos. La superficie de la Tierra en el ecuador rota a unos 1.600 kph. La Tierra gira alrededor del sol a más de 100.000 kph. Nuestro Sistema Solar gira alrededor del centro de nuestra galaxia a unos 790.000 kph y se mueve a unos 69.000 kph en dirección a la Estrella Vega, de la constelación de Lira. Pero eso no es todo. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, se mueve por el espacio a más de 2.000.000 kph.

Un hombre acostado boca arriba en un parque durante un día de verano sin nubes puede pensar que el tiempo y los movimientos se han detenido bajo los calientes rayos del sol del mediodía. Sin embargo, el científico y los justos saben que no es así. De la misma forma que nos movemos por los cielos a velocidades inimaginables, también nos trasladamos de aquí a la eternidad. Nuestros días y las oportunidades de vivir para el Señor pasan tan rápidamente que no podemos darnos el lujo de desperdiciar nada.

El salmista clamó en oración: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Que esta sea nuestra oración hoy: Señor, ayúdanos a vivir sin desesperación ni frivolidad mientras viajamos a gran velocidad de nuestra morada en la Tierra a nuestro hogar celestial. – MRD

Para que tu vida cuente, toma en cuenta tus días.

Nuestro Pan Diario Mujeres, Edición anual 2016, Página 185.