BAJA LAS MANOS

LECTURA: Salmo 46

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios… – Salmo 46:10

   Creo que tengo grabadas las huellas digitales de mi madre en la rodilla por tantas veces que me apretó la pierna en la iglesia y me susurró frases conocidas como: “Quédate quieto”. De niño, era muy inquieto; en especial, en lugares como la iglesia. Por eso, durante años, cuando leía: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” (Salmo 46:10), pensaba que se refería a no estar inquieto.

Sin embargo, la palabra hebrea traducida quietos significa “dejar de luchar”. La idea es bajar las manos y dejar que Dios intervenga en la situación, sin que uno interfiera. Este simbolismo es interesante, ya que solemos usar las manos para apartar cosas del camino, para protegernos o para contraatacar. Cuando las bajamos, nos sentimos indefensos y vulnerables, a menos que podamos confiar en que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (v.1), y que “el Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (v.7). En otras palabras, ¡deja de luchar y espera que el Señor obre!

En todas las circunstancias de la vida, podemos experimentar la paz de confiar en la presencia y el poder de Dios en medio de las dificultades, cuando aguardamos en oración y con paciencia que Él nos libre. Así que, ¡baja las manos, porque las de Dios están obrando a tu favor! – JMS

Cuando ponemos nuestros problemas en las manos de Dios, Él pone paz en nuestro corazón.

Nuestro Pan Diario, Edición Anual 2014, Publicaciones RBC, página 285

yugo

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